Los interiores de la casa Calvet (1899)

El vestíbulo tiene arrimaderos de cerámica azul cobalto con un dibujo compuesto en forma de remolino. Pasando una puerta de vidrio se entra en un segundo vestíbulo, con dos bancos de madera adosados, fabricados por Casas y Bardés. Llegamos, a través de un arco con la inscripción «Ave Maria Purisima, sens pecat fou concebuda», al patio de luces y a la escalera. En las paredes, estucadas imitando un despiece de ladrillos, está escrito en tres escudos el lema de los Juegos Florales: “Fe, Patria, Amor”, que se repite en cada piso. Cuatro columnas salomónicas de granito artificial sostienen los arcos elípticos de la escalera, cuyas barandillas de hierro forjado componen círculos concéntricos, fabricados por Lluís Badia. En el centro, protegido por una balaustrada torneada por Salvador Boada, está el ascensor. Es una increíble jaula de hierro y madera, obrada por Casas y Bardés y por Badia, con movimiento de Cardellach. Es un espacio plenamente barroco. Gaudí demuestra el partido que sabe sacar a materiales humildes y vulgares (granito artificial, cerámica, estuco, hierros retorcidos, madera, policromía dorada) para componer esta pomposa decoración. La disposición de los elementos y el sentido de “horror vacui” recuerda mucho a los baldaquinos y retablos del siglo XVIII catalán. Gaudí diseñó también los pavimentos, los techos y los papeles de las paredes de los pisos. Los elementos más interesantes son los tiradores y las mirillas, de latón dorado. Sus formas las obtuvo modelando fango hasta adaptarlo perfectamente a sus propias manos. Como dice la profesora Mireia Freixa, Gaudí comienza a desinhibirse y a mostrar su lenguaje personal. Por contraste, Gaudí hizo en la terraza del principal sobre el almacén unos grandes maceteros con una fuente de piedra artificial. Son las formas más delirantes y abarrocadas jamás diseñadas por el arquitecto.

Josep Maria Tarragona, 31-I-2006
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Última actualización: 06/05/2016