La planta noble del palacio episcopal de Astorga se construyó entre 1891 y 1892. Gaudí superó la estilización que había hecho en la planta baja, con resultados sorprendentes de luz, color y la armonía de una riqueza inagotable de matices. Esta planta maravillosa es lo que Gaudí entendía propiamente como “palacio o morada del obispo”, destinado a su amigo el Dr. Grau. El centro lo ocupa un amplio vestíbulo cuadrado, cuya esbelta bóveda sostienen cuatro columnas de granito. La decoración es abundantísima: los capiteles son fantásticos y la piedra y la cerámica vidriada juegan caprichosamente en todas las nervaduras. Tres puertas ojivales dan entrada al salón del Trono, sostenido por seis columnas monolíticas de capiteles mudéjares, como las nervaduras cerámicas de los gigantescos arcos ojivales. La decoración, aún más barroca, y la iluminación de los ventanales conducen la mirada al Trono. Encima hay un baldaquín de granito que es una única piedra que llega hasta la fachada exterior, decorada con palmetas, cruces, lechuzas, etc. También es notable la chimenea, con su propia bóveda. Diversas puertas conducen a las habitaciones del obispo, las del familiar, el despacho, el comedor y las demás estancias. Pero el remate de la planta noble, la pieza clave y esencial, es la capilla. Es una capilla muy similar a la de Jesús-María de Tarragona, que el Dr. Grau había bendecido en 1879. Un espacio de unas proporciones exquisitas y una delicada ejecución, que invita al alma sensible a rezar.